Gran fotografía del Vestíbulo de la Grand Central Terminal 1926. Esta imagen es específica del Museo de Tránsito de Nueva York. (foto atribuida a Hal Morey-Getty)
Las grandes estaciones de tren cobijan bajo sus imponentes estructuras miles de historias vividas por todos nosotros, sus vestíbulos, sus andenes, sus salas de espera, son testigos de inicios y finales que realizamos en más de una ocasión a lo largo de nuestras vidas. Ellas, como catedrales, nos han observado en nuestras alegrías y tristezas, tanto en recibimientos como en despedidas, por ello, no dejan de ser lugares mágicos, que saben mucho de relatos, de aventuras, y como no, de sentimientos. En la calle 42 con la Park Avenue de New York, hay un edificio excepcional que se podría decir que no solo reúne todos estos requisitos, sino que los triplica, un edificio que desde hace más de un siglo ostenta el título de la estación de tren más grande del mundo, la Grand Central Terminal.
(Foto 4 ever.eu)
Según cuentan las crónicas, todo comenzó al amanecer del 8 de enero de 1902, cuando el tren de cercanías procedente de White Plains, localidad situada al este del Hudson, se acercaba a su destino marchando a toda máquina para restar algo del retraso que llevaba acumulado.
Motivado por la niebla y el espesor del humo, el maquinista obvió el semáforo y las señales de parada que un operario le hacía desde el interior del túnel, aquel despiste causaría momentos después que el tren se estrellara contra el último vagón del convoy de Danbury, que estaba detenido en el túnel de Park Avenue, a la espera de poder entrar en la Estación Central de Nueva York.
En el trágico accidente, murieron en el acto 15 pasajeros y otros 16 resultaron heridos de gravedad, lo que sería el accidente ferroviario más importante en la historia de Nueva York. Aquella desgracia origino un gran revuelo social y fue el detonante para decidir remodelar ampliamente la antigua estación y su compleja playa de vías, pues por otro lado, muchos neoyorquinos ya se quejaban desde hacia tiempo, del ambiente irrespirable motivado por los humos que surgían de las maquinas a vapor.
Anterior estación de tren, Grand Central Station, con las vías sin cubrir. (foto, Foro Wired New York)
Ahí entró en juego William Wilgus, un ingeniero formado en un curso por correspondencia y que había ido escalando desde abajo puestos en una compañía ferroviaria hasta ser su ingeniero jefe. Con el apoyo económico de la familia Vanderbilt, tuvo la idea de solventar el caos de las vías que entonces se extendían en Park Avenue desde la calle 42 hasta la 56, sustituyéndolo todo por un gran edificio multiuso, con un sistema de vías a dos niveles (uno para llegadas y otro para salidas) conectados por corredores que dieran luz y ventilación. Aunque la verdadera revolución de Wilgus, no obstante, fue soterrar las vías al usar trenes de propulsión eléctrica, evitando los problemas de humo, vapor, incendios y de visión ofuscada.
Obras en la zona de vías. (foto Bettmman-Corbis archives)
Se desarrollo un visionario proyecto que necesito una gran inversión económica, en el que se excavo más de tres millones de metros cúbicos de roca viva, se demolieron 200 edificios, tres iglesias, dos hospitales, un asilo y otras construcciones, extendiendo la superficie original hasta 19 hectáreas; fueron construidos 40 kilómetros de alcantarillado y se emplearon 60 millones de toneladas de cemento y 120.000 de acero. Trabajaron a la vez, más de 10.000 obreros sin interrumpir el tráfico ferroviario de la ciudad, culminando el proyecto de construcción más complejo y ambicioso de la historia de los Estados Unidos.
Para su diseño se contó con las firmas de los arquitectos Reed & Stem de Minnesota y Warren & Wetmore de Nueva York, responsable de las elaboradas esculturas, bonitos arcos y del estilo “Beaux Arts” francés, caracterizado por el orden, la simetría, el diseño formal y la cuidada ornamentación.
Publicación de la inauguración de la Grand Central Terminal. (The New York Times).
Finalmente sería el 1 de febrero de 1913, sobre las 12,00 horas de la medianoche, cuando una gran multitud de personas, entre ellas la gente influyente de Nueva York, dignatarios, altos funcionarios, personalidades del ferrocarril, etc. contemplaban asombrados la inauguración de la estación Grand Central Terminal. Ese primer día, tras 10 años de obras de renovación y reestructuración, 150.000 pasajeros abordaron sus trenes, cien años más tarde, se puede decir, que por sus puertas pasan entre 500.000 y 750.000 de personas al día, convirtiéndose en uno de los edificios más queridos por los neoyorquinos.
La estación en 1913, el año de la inauguración. (foto Shorpy)
Pasado ya un siglo de aquella inauguración..,
Me voy acercando por Park Avenue en dirección a la estación por su lado sur y viendo su fachada desde la distancia tengo la impresión que es pequeña, aunque pronto me daré cuenta que la culpa de este efecto óptico es causado por el gran tamaño del rascacielos Met Life que hace empequeñecer la estación. Desde luego, su situación en pleno Midtown de la isla de Manhattan, donde se reparten la mayoría de oficinas, es inmejorable para repartir sus pasajeros por toda la ciudad.
Fachada de la Grand Central Terminal - Park Avenue (foto cosasdeviajes.com)
Estoy ante su fachada, y ya no me parece tan reducida, hay que mirarla con detenimiento antes de entrar, me digo, me llama la atención su frontón de quince metros de piedra caliza, donde se alojan las estatuas de Mercurio, Minerva y Hércules, soportados por columnas de estilo corintio, donde en el centro de las estatuas destaca el famoso reloj de cuatro metros de diámetro con cristales de Tiffany. Tengo la impresión al ver todo el conjunto de su fachada, que está pensada como un arco de triunfo romano o como la puerta de la ciudad. No iría muy desencaminado, pues atravesar sus puertas es penetrar en otro mundo.
La sensación que tienes cuando accedes por primera vez a la estación es que ya habías estado allí anteriormente, algo que ocurre frecuentemente por culpa de la gran pantalla, en los lugares de relevancia de la ciudad de los rascacielos.
Me sitúo en un rincón para no ser atropellado por uno de los miles de pasajeros que transitan diariamente por la estación a una velocidad de vértigo, y así poder admirar su gran vestíbulo principal, una sala de 3.100 metros cuadrados con unos techos a 45,72 metros del suelo y unos enormes ventanales de más de 23 metros de altura, te das cuenta que todo se proyectó a lo grande, es impresionante… Compruebo que a pesar de la gran cantidad de gente que transita diariamente por Grand Central, no parece nunca abarrotada y ello es debido a que se diseñó así específicamente. Las rampas, por ejemplo, están pensadas para aminorar el paso en los lugares estratégicos, como el acceso a las vías y con ello regular el flujo de pasajeros, hay pocas escaleras, por no hablar de las grandes dimensiones de todos los recintos.
Vestibulo principal (foto de Diliff)
Sigo en el vestíbulo, permanezco impávido, pues su gran tamaño sorprende, la pintura de su afamado techo abovedado representando el firmamento, cuajado de doradas constelaciones del zodiaco no te deja indiferente, como dato curioso dicen está pintado al revés, pero por lo visto tardaron en descubrirlo, así yo que no entiendo de constelaciones, me parece precioso. Si bajamos un poco la cabeza dejando de contemplar el techo, vemos que en el vestíbulo el reloj central del puesto de información, es el eje de referencia donde parece girar todo.
Reloj en el puesto de información, símbolo de la estación.(foto desconocido)
El reloj es el símbolo de la estación, cada una de sus cuatro caras está hecha de ópalo, y tanto Sotheby´s como Christie's, lo han valorado entre 10 y 20 millones de dólares. Situadas a un lado del vestíbulo están las taquillas de venta de billetes, su fachada trabajada en mármol, con sus detalles clásicos en latón dorado, como la bandeja para depositar el equipaje de mano, sus lamparitas y la rejilla habla/escucha de la ventanilla, conforman una verdadera obra de arte.
Taquillas de venta de billetes. (Foto Wikipedia)
Me voy percatando de uno de sus mayores logros, el cálido efecto que proporciona la luz de sus encantadoras lámparas, proyectada en ese elegante mármol rosa de Tenesse junto a los pequeños detalles de latón, dan como resultado un lugar confortable, agradable, abandonando la típica frialdad de las estaciones ferroviarias. El toque USA al vestíbulo, lo pone como no, una enorme bandera norteamericana que fue colgada a partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Las preciosas lamparas de la estación. (foto desconocido)
En una publicación sobre la estación leí que el pavimento del suelo está estratégicamente diseñado con la anchura del paso de una persona al andar y la longitud de un paso de la persona al correr. De este modo, los viajeros siguen de forma subconsciente estas marcas subliminales al cruzar la plataforma, haciéndoles sentir cómodos de forma natural. Increíble!
Pocas escaleras, amplas rampas y anchos pasillos (Foto Untapped Cities)
Evidentemente no soy el único que está haciendo fotografías y admirando tal escenario, el lugar con el pasar de los años, se ha convertido en una atracción turística de primer orden, y son muchísimas personas las que vienen a visitar la estación.
Vestíbulo Principal (foto Reuters)
Me dirijo al Vanderbilt Hall, junto al vestíbulo, llamado así en honor a la familia que construyó y que era dueña de la estación, este lugar correspondía a la antigua sala de espera, un espacio imponente que da a la Plaza Pershing, con un techo a una altura de 15 metros y una superficie de casi 4000 metros cuadrados, suelo y paredes en mármol rosa, iluminado con cinco lámparas doradas, te hacen continuar en esa atmósfera cálida. Actualmente es utilizado para alquiler de exposiciones especiales o eventos privados.
Vanderbilt Hall (Foto T.Hurang)
Me digo que no solo hay que quedarse con su magnífico vestíbulo, la estación es colosal, con 195.000 metros cuadrados de superficie, repartidos en varias plantas, con salas, pasillos, andenes, tiendas, restaurantes, mercado, tiene mucho más que ofrecer.
Pasaje al metro. (foto aviewoncities.com)
Paseando por uno de sus pasillos me tropiezo con una placa en la pared con unas palabras de agradecimiento a Jacqueline Kennedy, por su lucha contra la demolición de la estación. Hay muchos que opinan, que por la década de los cincuenta, la estación se libro por muy poco de ser derribada, el alto precio del metro cuadrado en la zona, la crisis del ferrocarril por el uso del automóvil, la necesidad de ingresos del ayuntamiento por la depresión económica, hacia que la estación tuviera los días contados.
Jacqueline Kennedy Onassis y Bess Myerson, comisionado de asuntos culturales, con el arquitecto Philip Johnson (izquierda) y Ed Koch, entonces congresista de Nueva York, al salir de la estación Grand Central después de la celebración de una conferencia de prensa en 1975. (Foto: AP Photo / Harry Harris)
Fue gracias a la perseverancia de la ex primera dama estadounidense, Jacqueline Kennedy Onassis, que encabezó una gran campaña pública para salvarla, es famoso su discurso en el Oyster Bar de la estación, así como la carta al alcalde de Nueva York. Finalmente esta pieza arquitectónica sobrevivió y fue declarada en 1978 monumento histórico. Muchos años mas tarde, cuando la estación cumplió los cien años, su hija Caroline Kennedy, no se perdió la celebración confesando que su madre estaría muy orgullosa de ver que Grand Central ha podido cumplir un siglo de historia.
Sigo dando vueltas por sus recintos y me digo, “Era aquí”, recordando a un desesperado Gary Grant con gafas de sol, tratando de esconderse de los policías que le persiguen, hasta llegar a una de las taquillas de venta de billetes, -"Le ocurre algo en los ojos", le pregunta un empleado de la estación, - "Son sensibles a las preguntas", responde Grant. Exacto, un trozo de “Con la muerte en los talones” (North by Northwest), una película magistral, rodada por Alfred Hitchcock en la Grand Central Terminal.
“Con la muerte en los talones” (Foto film North by Northwest)
Quizás por esa magia que esconde la estación, no ha dejado de ser a lo largo de su historia, un importante escenario para el cine, en ella se han librado magistrales escenas de acción, de suspense, de amor, etc., por donde han desfilado los más importantes directores y actores, como por ejemplo, Tiempos Modernos' (Charles Chaplin, 1936) 'Los intocables de Eliot Ness' (Brian de Palma, 1987) 'Atrapado por su pasado' (Brian de Palma, 1993) The Code (Mimi Leder, 2009) y muchas más...
Acceso a los andenes (foto John Simakauskas)
Andén (foto de RRPictureArchives.NET)
Voy penetrando en algunos andenes y hay que decir que todo es funcionalidad en la zona de vías, estando todo perfectamente organizado. La estación consta de 44 andenes que habilitan 67 vías repartidas en dos niveles, hay 41 vías en el nivel superior que son accesibles desde el pasaje de la calle 47 y las 26 vías del nivel inferior, se accede desde el pasaje de la calle 45. Las pistas impares están en el lado este de los andenes y los números pares en el oeste. La estación da servicio a una buena cantidad de líneas de trenes por todo el país y algunas ciudades de Canadá.
Sección longitudinal de la estación Grand Central de Nueva York, mostrando los dos niveles de pistas año1905. (Foto,Imagen Colección / Nueva York, NYPL Digital Gallery)
Sección con la inclusión de las nuevas plataformas a Long Island (foto MTA) Será cuando en 2019 se acabe la ampliación de los nuevos túneles (a 42 metros de profundidad) a los que se accederá a través de 47 escaleras y 22 ascensores. Y eso que Grand Central Terminal nació como la primera estación sin escaleras, a pesar de tener el sótano más profundo de todo Nueva York. (Foto Wall Street Journal)
Esquema playa de vías Grand Central Terminal, Nivel Superior entre los años 1931-1971 (Peter R.Samsom 2004) .
Más complicada de encontrar para los arqueólogos urbanos, fue la secreta vía 61, a la que se accede desde un andén privado conectado por un ascensor al garaje del hotel Waldorf-Astoria, lo que permitió a personajes VIP, entre ellos el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, entrar y salir de la ciudad sin ser visto, posiblemente para ocultar el hecho de que usaba una silla de ruedas al sufrir de poliomielitis. La vía fue utilizada por primera vez por el general Pershing en 1938, años después, en 1965, fue el escenario de una fiesta organizada por Andy Warhol, después paso a ser lugar de abandono donde vivían ocupantes ilegales. Actualmente, aunque el acceso al ascensor del hotel esta sellado, la vía 61 todavía alberga el vagón de tren blindado Pierce Arrow coche de FDR, con la intención por parte de la MTA de reformarlo.
Vagón acorazado en la Vía 61
Continuando con los misterios de la Grand Central Terminal, bajo la estación, como es lógico, se puede decir que hay una amplia red secreta de pasillos subterráneos, túneles de vapor con tuberías, áreas de almacenamiento y entre todo ello está el M42, el secreto mejor guardado de la estación.
M42 (foto Charles Mostoller/ Barcroft Med)
Este recinto no se muestra en ningún mapa o plano y su existencia no fue reconocida durante muchos años. Se dice que contiene un convertidor masivo que es el responsable de toda la electricidad en Grand Central, incluyendo la alimentación de las vías del tren. Se trata por lo tanto de una habitación tan importante, que fue el blanco de una especial misión de espionaje alemán en la década de 1940. Por lo visto, dos alemanes fueron enviados por Hitler para manipular los motores eléctricos de la estación, lo que habría cortado la red eléctrica general y habría impedido el movimiento del ejército hacia la costa este durante la Segunda Guerra Mundial. Los hombres fueron arrestados antes de que pudieran llevar a cabo su plan y el M42 sigue siendo un secreto muy bien guardado!
Dining Room (foto desconocido)
Se acercaba la hora de comer y deseando probar alguna de sus especialidades baje a la planta baja, que está repleta de cafeterías y puestos de comida de todo tipo, asiática, hebrea, italiana, etc., con su zona central de comedor perfectamente preparada. Un lugar para relajarse y perder la sensación de estar en una estación de tren, incluso comprobé mientras comía, que muchos oficinistas de los alrededores usaban esta planta baja para comer. También he de decir que me acerque a Junior’s a por una de sus magnificas tartas de queso que tan buenas críticas tienen en la ciudad y que en absoluto me defraudo…
Oyster Bar & Restaurant (foto The Grand Central Oyster Bar & Restaurant)
Una visita al Oyster Bar, oficialmente la Grand Central Oyster Bar & Restaurant, es obligada, aunque sea para verlo a través de sus vidrieras, como hice yo al ir bajo de presupuesto… Esta situado también en la planta baja y es el lugar perfecto donde comer unas ostras o un coctel antes de volver a casa en tren. Se trata de uno de los restaurantes más antiguos de Nueva York, inaugurado con la misma estación, su arquitectura está marcada por unas bóvedas tabicadas a la catalana que el arquitecto español Rafael Guastavino exportó y desarrolló en EEUU.
Whispering Gallery (foto feinbergfestivus wordpress)
Por supuesto no nos podemos perder la Galería de los Susurros (whispering Gallery), situado en frente del Oyster Bar, donde sus arcos facilitan la reflexión de las ondas de sonido y permiten escuchar un susurro entre una columna y su opuesta. Se dice, que el día de San Valentín ha habido más de una declaración de amor usando esas columnas.
Grand Central Market (foto WYU News)
También vale la pena hacer un recorrido por el Grand Central Market, una larga galería abarrotada de puestos de alimentos gourmet, situado en un extremo de la estación. Se trata de una explosión de colores, donde se pueden encontrar exclusivos productos alimenticios de una extraordinaria calidad. Entre los puestos famosos están, Zabar, Li-Lac Chocolates, Penzeys Especias, el Murray Cheese Shop, etc... El mercado lo puedes encontrar abierto de lunes a viernes de 7 am. a 9 pm., sábado de 10 a 7 pm y domingo, de 11 a 6 pm.
En el año 1976, la Grand Central Terminal fue declarada Monumento Histórico Nacional, años después, en el año 1994, la Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA) firmó un contrato de arrendamiento de la estación por 110 años. Bajo su mandato, en 1996, comenzó la renovación completa del edificio, la reforma terminó el 1 de Octubre de 1998 con un coste de 250 millones de dólares. La estación no está muerta y sigue ampliándose con el proyecto en marcha del acceso East Side, para llevar vías a Long Island (2019).
Movimiento de viajeros en la actualidad. Vías 23 y 24. (foto desconocido)
De repente antes de marchar, miro a ver si lo llevo todo y no me he olvidado nada, la estación proporciona un dato curioso, como sabéis en las estaciones de tren en general, siempre hay viajeros distraídos que olvidan alguna de sus pertenencias, en esta estación, debido a su gran movimiento, hay alrededor de diecinueve mil artículos perdidos y encontrados al año, de los cuales, los abrigos son el articulo más frecuente con más de dos mil al año.
Bon voyage !!
Grand Central Terminal 2014 (foto by gaby)
www.grandcentralterminal.com
http://www.gcthistory.com/
http://www.history.com/news/grand-central-terminal-an-american-icon-turns-100
Foro nScale.net tema: Grand Central Terminal
en.wikipedia.org/wiki/Grand_Central_Terminal
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http://www.nypap.org/content/grand-central-terminal
Grand Central Terminal: 100 Years of a New York Landmark