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EL TREN DE SANT FELIU DE GUIXOLS 10/2012

Historia del último recorrido.

El 10 de abril de 1969 estaba resultando ser un bello día primaveral en la Estación de Girona, final de la línea del ferrocarril de Sant Feliu de Guixols. Era todo un detalle para aquella singular jornada, donde los andenes y las vías se encontraban completamente abarrotados por un público expectante hacia el gran acontecimiento.



El Feliuet por la zona del Matadero de Sant Feliu de Guixols. (foto Arxiu Municipal de Sant Feliu de Guíxols).

Entre aquella multitud de personas que rodeaba el tren estacionado, destacaba la presencia del director de la Compañía ferroviaria, que elegantemente trajeado estrechaba de forma enérgica la mano a muchos de los presentes. Tras haber felicitado al personal de la estación por su labor realizada, se despidió para subir al tren.
Y es que el personal ferroviario, intoxicado por la nostalgia de tantos recuerdos junto al tren de Sant Feliu, era consciente que debía adaptarse a las circunstancias de aquellos tiempos. Agrupados al final del andén intentaban animarse y ser testigos de aquel final.
También había un numeroso grupo de niños que entre risas y gritos, agitaban los brazos para hacerse ver ante las cámaras de fotografiar y de filmar que estaban en mano de muchos para inmortalizar aquel solemne momento.



 El tren antes de salir de la Estación de Girona.

Cerca de aquel grupo circulaba la figura de un jefe de estación de impecable uniforme y con el semblante serio, muy metido en su papel de protagonista, que continuamente consultaba su reloj para en breve hacer sonar por última vez la campana de salida que colgaba de la fachada de la estación.
Los pasajeros del tren, a la espera de su salida, estaban asomados en las ventanillas de los vagones intercambiando de forma muy animada bromas y comentarios con el público de la estación. El ambiente era muy distendido y nada protocolario.
La mayoría de los congregados habían acudido de forma intuitiva, consiguiendo que entre todos reinara un ambiente festivo, sin preguntarse realmente por el significado de su asistencia, pero conscientes que debían acudir a la cita. Y es que “El Feliuet” o “El tren Petit, como cariñosamente se le llamaba al tren de vía estrecha de Sant Feliu de Guixols, fue siempre muy estimado por los habitantes de las comarcas del Baix Ampurdán y el Girones. En definitiva era su tren, por ese motivo todo el que pudo, no quiso abandonarlo en aquellos amargos momentos y acudió a decirle adiós en el día de su despedida.


Personal ferroviario.


Personal ferroviario año 1899.

Cuando el reloj marco las 17,16 horas, sonó la campana y el maquinista acciono el silbato, escapándose de la caldera un agudo silbido de vapor que hizo sobresaltar a muchos de los congregados. En aquel instante, a todos les pareció que de repente la fiesta tocaba a su fin y la realidad se imponía de forma precipitada. El tren los dejaba. Tras la expulsión de una bocanada de humo negro, las ruedas de la locomotora comenzaron a girar muy lentamente, poniendo en movimiento un tren cargado con 77 años de historia.
Ahora el tren entraba en su último viaje hacía Sant Feliu de Guixols, y con su lento ritmo dejaba la playa de vías de aquella eterna estación provisional de Girona. Por las ventanillas de los vagones, los pasajeros se asomaban agitando pañuelos blancos de despedida que eran correspondidos por toda la gente de la estación.
Finalmente el tren se fue difuminando poco a poco en una nebulosa de humo negro que lo hizo desaparecer con el sol de la tarde. En la estación, sólo quedo aquel olor a carbón quemado que duraría mucho tiempo en la memoria de los gerundenses.


Estación de Sant Feliu de Guixols año 1900.

El nacimiento de aquel tren, había sido la consecuencia del fuerte empeño e ilusión puesta por los habitantes de Sant Feliu de Guixols, hasta conseguirlo.
Todo comenzaría a finales del siglo IXX en el Baix Emporda, en un tiempo donde se barajaban varios proyectos sobre la construcción de una línea ferroviaria que pudiera comunicar los principales pueblos de la comarca.
Los proyectos que se presentaban tenían diferentes itinerarios e intereses, se palpaba una competencia muy fuerte de empresas, grupos especuladores y algún que otro aventurero. De entre los proyectos destacó la Memoria presentada a primeros del año 1887  de Joan Casas que desarrollo junto con Enric Heriz. Su proyecto cubría el trayecto ferroviario entre las localidades de Sant Feliu de Guixols con Girona, siendo la propuesta más coherente y la que tuvo más apoyo por los habitantes y empresarios de Sant Feliu.

















Ramón Casas y Trayecto del Ferrocarril con las estaciones mas importantes sitas en Girona.

El anteproyecto solucionaba la necesidad de encontrar nuevos mercados de venta para los productos confeccionados en la industria del corcho de Cassa de la Selva y Llagostera. La demanda de aquellas mercaderías era creciente y la comunicación que pretendía el proyecto con salida al mar y al futuro tren de vía métrica de Olot, ya justificaba la construcción de un ferrocarril. A todo ello había que sumarle la previsión de un tráfico considerable de pasajeros y del transporte de mercancías procedentes de las poblaciones vinculadas al ferrocarril.
La solicitud de la línea se presentó en el Congreso el 22 de Febrero de 1888, una vez aprobada, pasó al Senado el 2 de marzo de ese mismo año, siendo aprobada  el 19 del mismo mes y sancionada por la Reina Regente  el 4 de mayo de 1888.
Tras conseguir la financiación prevista, todo dejo de ser un sueño y el 15 de abril de 1889 se constituyo en Sant Feliu de Guíxols la Compañía Anónima del Ferrocarril de San Feliu de Guíxols a Gerona.



Acción de la Compañía del Ferrocarril de Sant Feliu de Guixols a Girona.

La redacción del proyecto ejecutivo se encargó al experto ingeniero Carlos Cardenal que posteriormente ocupó el cargo de ingeniero de la línea. Diseñó un trayecto económico, que evitaba los túneles, el cruce con la vía ancha en Gerona y al máximo las expropiaciones. La línea de vía estrecha finalmente se propuso de 750 mm de anchura (la primera de España con esta medida) al determinarse un trazado con curvas de pequeño radio, que incluyendo las rectas, cubría unos 40 Kms con 8 estaciones y dos apeaderos. También se estableció un material móvil para su explotación que constaba de cuatro locomotoras 0-3-0-T de la casa Locomotivfabrik Krauss & Cie de Munich, tres coches de primera clase, cuatro coches mixtos de primera y segunda clase, ocho coches de segunda, tres furgones y dieciocho vagones varios.


Viaje  de inauguración  (Arxiu Municipal de Sant Feliu de Guíxols).

A partir de aquí, la Compañía, sin ningún tipo de ayuda del Estado y con una subvención de la Diputación de Girona que nunca cobró, se puso de inmediato con la ejecución de las obras, abriendo un tajo de trabajo en cada extremo de la línea para finalizar la obra en Llagostera. 
Tras tres años de obras y un periodo de pruebas para su implantación, la inauguración oficial de la línea tuvo lugar el miércoles 29 de junio de 1892, a las 17,00 horas, mediante un tren de servicio regular hacia Girona, formado por locomotora, dos furgones y ocho vagones de 1ª y 2ª clase, la llegada se realizó a las 18,35 horas.
El tren de Sant Feliu de Guixols comenzaba a dar sus primeros pasos.


Postal de la calle Emili Grahit en Girona.

Pronto la figura del tren enfiló la recta de la calle Emili Grahit de Girona ofreciendo a la vista una curiosa postal, a un lado del convoy estaban los altos edificios de viviendas en fervorizada construcción, símbolo de la expansión demográfica de los sesenta, y por el otro, la carretera, por donde transitaban los modernos automóviles de la época como el Seat 600 o el 850 que continuamente adelantaban al tren precipitando su entierro. Era evidente mirando aquella imagen, que el tren de Sant Feliu no se había modernizado.


La locomotora Nº 4 a la altura del cargadero de carbón.

A la altura de la calle Rutlla junto al paso a nivel, un grupo de una treintena de personas esperaba la llegada del tren. El maquinista al verlos no tardo en emocionarse por aquellas muestras de afecto y avisó al fogonero de lo que ocurría. Al pasar junto a ellos, les devolvió los saludos con dos toques de silbato mientras la gente saludaba de forma enfervorizada. Durante el trayecto se iba a poner de manifiesto el orgullo que mostraban los habitantes de todos los pueblos por los que pasaba el tren. En todas las estaciones se le esperó y vitoreó.
En poco tiempo el tren dejo atrás el Apeadero de la Creueta, (km.3,00) junto a la masía de Can Maige, para cruzar por el puente metálico que salva el rio Onyar e internarse por los fértiles campos del municipio de Quart. La locomotora parecía ir más suelta, seguramente debía de encontrarse más cómoda por aquel bello paisaje.


El tren cruzando el río Onyar antes de llegar a Quart.

Cuando el convoy llego a la pequeña estación de Quart, (km.6,08) la locomotora tomo su primer descanso y prepararse para subir la rampa más alta del recorrido que salva el turó que hay antes de la localidad de Lambilles. Repartidos por la estación había mucha gente del pueblo para despedir al Feliuet. 
El pueblo de Quart, desde hace muchos años fue muy reconocido por la calidad de sus productos artesanales realizados en “terrisa negra”. Posteriormente otras industrias poco a poco se fueron introduciendo gracias al ferrocarril.(En gratitud al ferrocarril el pueblo de Quart levanto junto a la antigua estación, un monumento con una de las locomotoras empleadas en la línea.)


Apeadero de Llambilles.

El tren atravesó el puente de la tranquila riera de Corb hasta llegar al apeadero de Llambilles situado a 8,44 kilómetros de Gerona. La estación apenas se empleaba para pasajeros y su uso estaba enfocado al pequeño tránsito de mercaderías. Aquel día, sin embargo, el tren se detuvo pues el director de la Compañía bajo al andén para saludar personalmente a la guardesa que durante tanto tiempo había parado el tren cuando se necesitaba. Algo alejado de la estación se divisaba el pequeño pueblo de Llambilles dominado por el bello campanario de la iglesia de Sant Cristòfol.



Población de Llambilles.

La soleada tarde acompañaba en aquel viaje donde las ventanillas de los vagones de pasajeros iban bajadas, con varias jóvenes enfiladas que continuamente saludaban a todas las personas que se cruzaban. Por los preciosos rincones del trayecto tampoco faltaban fotógrafos que buscaban una buena instantánea para el recuerdo y que correspondían a los saludos del tren con sus fotografías.
A 9,9 kilómetros de Girona se encuentra el puente metálico de 30 metros de largo que salva el rio Bugantó. Ver al tren a lo lejos cruzarlo en primavera era como ver una bucólica acuarela de fantásticos colores. Si a un niño le dijeran que dibujara un tren, seguramente dibujaría sin conocerlo el tren de Sant Feliu pasando por un lugar muy parecido. A partir de aquí el tren entro en una trinchera perdiéndose de vista hasta llegar a la altura del apeadero de Llebrers.



El tren en dirección a Cassa de la Selva.

En el interior de los vagones de dos ejes de los pasajeros, había una peculiar disposición de los asientos a lo largo del vagón, una mitad enfrente de la otra mitad, favoreciendo a que participaran en la conversación y la broma. Se podría decir que gracias al tren, la gente de la comarca se comunico mucho más entre ella, dejando de tener el carácter aislado de antaño. 



Estación de Cassa de la Selva año 1940

Cuando el tren recorrió los 13,5 kilómetros se encontraba en la importante estación de Cassà de la Selva. Aquí residía la potente industria corchotaponera que a finales del siglo XIX y principios del XX, se convirtió gracias al ferrocarril en el motor de la expansión demográfica y económica de la comarca. A principios de los sesenta los empresarios tuvieron la habilidad de diversificar la industria, lo cual permitió estar preparados para cuando bajo la producción del corcho.



Cortezas del alcornoque para la producción de corcho.

En todas las estaciones el director de la Compañía seguía el mismo ritual, bajaba del tren, estrechaba primeramente la mano al jefe de estación y después si lo había, al resto del personal ferroviario, para luego tocar la campana de salida y volver al tren. Era un gesto de gratitud hacia el personal que llevaba tanto tiempo trabajando en la línea y un adiós a aquellas pequeñas estaciones que tanta vida habían proporcionado.


Estación de Llagostera

Pronto el tren llego al ecuador de la línea, la estación de Llagostera, (km. 20,75) situada entre el Paseo de Romeu y la riera de Gotarra, donde destaca el muelle de carga con anden cubierto. La locomotora, en aquellos momentos aprovechó para aprovisionarse de agua mientras el fogonero con el martillo repasaba las bielas de la locomotora. Al fondo se podía contemplar el pueblo de Llagostera, antiguo cruce de caminos, donde destaca en altura la bonita iglesia de Sant Felip Neri.



Población de Llagostera.

Aquí subió al tren una payesa de buen tamaño, que se dirigía a Sant Feliu con un enorme capazo atado por una cuerda que llamaba mucho la atención, pues parecía a primera vista tener vida por sí solo. La señora toda acalorada, una vez se aposentó, se percató que era interrogada con las miradas de los pasajeros. Pronto aclaró que en el cesto llevaba media docena de codornices vivas a la pollería de su hermana de Sant Feliu. Todos quedaron de momento más conformes.



La locomotora nº 6 recibiendo una aguada en Llagostera.

Mientras el tren iba de bajada junto al salvaje macizo de Les Gavarres, lugar poblado de bosque con abundantes alcornoques, que fueron la materia prima de la industria de los elaborados del corcho en las poblaciones de Cassa y de Llagostera, los viajeros decidieron sacar sus viandas y ponerse a merendar.
Por aquellos días era muy normal sacar del hatillo una generosa porción de longaniza o de tocino, repartido en una buena hogaza de pan, mientras las  botas de vino corrían entre los pasajeros. Unos a otros, cortando con la navaja, se daban de probar de lo que llevaba cada uno, degustando a veces una buena variedad y entablando amistades. Finalmente por el vagón flotaba un olor más parecido al interior de una charcutería que a un vagón de pasajeros.



El tren en dirección a la Font Picant. foto todocolección.net

El tren paro en el apeadero de Font Picant o Bell-lloc tras 29,33 Kms. Aquel bello paraje era destino de excursionistas que buscaban la tranquilidad de sus altos pinares. También era visitado por muchas personas que iban tras su fuente termal con estancias en su balneario. En el mismo andén de la estación habia la particularidad con otras estaciones, que se encontraba la edificación del restaurante de la Font Picant, que durante una época perteneció a la Compañía y que todavía sigue en funcionamiento en manos privadas. 


  Estación de la Font Picant.

El tren se adentro en la Vall d'Aro y en muy poco tiempo llego a la estación de Santa Cristina d'Aro. (31,80 km) El principal punto de atención que tuvieron en esta estación fue el paso a nivel anexo con la carretera de Palamós, bastante transitada en los últimos tiempos debido al turismo. Este delicado paso con dos barreras provistas de ruedas, eran accionadas por la guardesa Enriqueta Bou que daba paso al tren cerrando la carretera con toda seguridad. 


Estación de Santa Cristina de Aro, la guardesa cerrando la valla.

Entre un grupo de personas que esperaban al tren en la estación de  Castell d'Aro (34,00Km) destacaban cinco señoras mayores, arregladas con sus trajes de los domingos, que iban cargadas con su aceitada caja de zapatos. Una vez el tren paro, las señoras, que al parecer conocían al maquinista y al fogonero, comenzaron a repartir rosquillas de anís y un poquito de vino dulce a todos los pasajeros. El tren quedo parado en Castell d'Aro algo más de lo previsto...

Estación de Castell de Aro y folleto de la Playa de San Pol.

Dejando atrás la estación y la localidad famosa por su castillo y por tener el pesebre más antiguo de Cataluña, el tren sobre el kilómetro 35,00 cruzo el sólido puente metálico que salva el rio Ridaura. En el año 1913 se tuvo que construir de nuevo el puente a causa de una riada que se llevo las bases de hormigón del antiguo, fabricando el nuevo la Maquinista Terrestre y Marítima. Este puente con más de cuarenta metros de largada todavía sigue a día de hoy en muy buenas condiciones para el disfrute de muchos ciclistas que lo usan en la Ruta Verde.


Puente sobre el río Ridaura.

A tres kilómetros de la estación, estaba el apeadero de S'Agaró (37,00 Km) de la localidad creada por la familia Ensesa y unos arquitectos con el objetivo de lograr un bello pueblo catalán, que a mediados del siglo XX adquirió un ambiente aristocrático donde la burguesía catalana deseaba tener una villa junto a la bella playa de Sant Pol.


Iglesia de Sant Agaró.

De repente en uno de los vagones de pasajeros ocurrió un alboroto muy divertido, en un momento de descuido, a la señora enorme que portaba las codornices, se le abrió el capazo con el que había subido y tres consiguieron salir revolucionando por completo el furgón. Todos se pusieron a la caza de las codornices, evitando primeramente que se escaparan por las ventanillas del vagón. Así que entre plumas que volaban y personas que se chocaban, comenzaron a desatarse las risas pues las codornices no se dejaban coger. Tuvieron que esperar a que las aves se agotaran para atraparlas y devolverlas al capazo. Mientras que las risas continuaban, la dueña apurada y muy colorada, ató con fuerza el capazo para que no volviera a ocurrir aquella situación.


Puerto de Sant Feliu de Guixols y vía del tren para la carga de mercancías.

Unos cuatrocientos metros antes de llegar a la estación de Sant Feliu de Guixols estaba el desvío que comunicaba con el ramal del puerto, inaugurado en el año 1924, donde a su final está la estación del puerto con el edificio del Tinglado, un gran almacén donde se guardaban las mercancías llegadas por mar para cargarlas en el tren. (Ahora rehabilitado y convertido en el Centro de Interpretación de las Vías Verdes de Girona).


El Tinglado en el puerto de Sant Feliu de Guixols.

El maquinista Joaquín Madrenas conducía con precaución la locomotora nº 5 de aquel último tren, entre las edificaciones de Sant Feliu de Guixols. Para tener un buen aspecto a la llegada, había lanzado su cigarrillo al interior de la caldera y con el pañuelo se había retirado la carbonilla que tenía por la cara. Ya solo le quedaban los últimos metros  de aquel significativo viaje que completaba los 39,10 kms. que tenía el recorrido. Parecía mentira que solo le quedaran unos minutos para abandonar su estimada locomotora, aquella máquina que superaba con creces el millón de kilómetros y que le había proporcionado numerosas vivencias de las que guardaba muy buenos recuerdos. Tuvo que volver a sacar el pañuelo, esta vez para secarse una lagrima de nostalgia que se le desprendía por la mejilla.


Estación de Sant Feliu de Guixols.

En la estación de Sant Feliu de Guixols todo el pueblo esperaba la llegada de aquel tren. La movilización de la población hacia el ferrocarril era impresionante. El tren entro en la estación a las 21,45 horas por una vía donde apenas había espacio libre de la cantidad gentío que abarrotaba los andenes. Entre aclamaciones y vítores de entusiasmo fue recibido por todos, como si de una estrella se tratara.
Después todo fue triste, muy triste, como si de un entierro se tratara, hubo momentos de silencio y de lágrimas, de promesas que volvería y de pesar por dejar escapar una parte del patrimonio de Sant Feliu de Guixols. Cuando la locomotora entro en la cochera y dio su ultimo suspiro, la estación enmudeció, marchando todos para casa acompañados por los recuerdos que tenían de aquel ferrocarril.



El ultimo tren, la locomotora en dirección al depósito. El 10 de abril de 1969.

Aquel ferrocarril que en sus últimas semanas había estado luchando con uñas y dientes por su supervivencia, finalmente no pudo evitar la orden dictada por el Estado para la supresión de la línea. La falta de recursos económicos para poder modernizarse, en la que no faltaron estudios para ensanchar la vía y hacerla compatible con la vía métrica del tren de Olot-Girona, hicieron que junto al auge del transporte por carretera condenaran definitivamente al ferrocarril.



Personal ferroviario de Sant Feliu de Guixols.

Fue una línea de tren que estuvo muy bien gestionada, adaptándose siempre con mucho mérito a sus ingresos, pues nunca recibió ayuda del Estado, como en el caso de otras líneas. Aquel tren, significo mucho, pues aparte de comunicar unas poblaciones, acerco la medicina y la enseñanza a muchos lugares, proporciono la abertura de una industria a pequeños pueblos que eran dependientes de los productos de la tierra. Trajo con mas rapidez las noticias y el correo, nuevos productos que antes del tren eran desconocidos, en definitiva, el tren facilitó  una nueva vida a muchísimas personas.



Estación de Sant Feliu de Guixols.

Quizás algún día nos daremos cuenta... lo valioso que podría suponer tener un ferrocarril que comunicara de una forma limpia, el eje interior Olot - Girona - Sant Feliu de Guixols, o lo que es lo mismo, la ventaja de comunicar la montaña, la ciudad  y el mar, en poco tiempo sin la necesidad de sufrir las interminables caravanas que proporcionan los vehículos a motor con sus problemas de aparcamiento. Quizás un tranvía moderno podría proporcionar  soluciones, como ser una buena alternativa limpia de comunicación y rápida para la gente de la comarca, o una útil herramienta para nuevas salidas al turismo de playa, últimamente tan exprimido, o quizás también la posibilidad de generar nuevos centros empresariales. Quizás algún día nos daremos cuenta...



Afortunadamente el espíritu del Feliuet continua vivo gracias a la construcción de la Vía Verde que sigue el antiguo trayecto del Tren de Sant Feliu de Guixols, para placer de ciclo-turistas y caminantes. Donde aparte de completar una preciosa ruta, se puede ir descubriendo, que hace unos años en el Baix Ampurdá había un pequeño tren que fue un gran protagonista.

FIN


Vía Verde del ferrocarril de Sant Feliu de Guixols.


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